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¿Qué ocurre con el polen y el cannabis?

En época de crecimiento del cannabis, debemos de ser muy cuidadosos con las plantas hembra y macho de marihuana si queremos obtener una cosecha sin semilla. Debemos evitar la polinización de las plantas hembra.Los machos florecen antes que las hembras y comienzan enseguida a producir el pólen que fecundará las flores femeninas con ayuda del viento y los insectos. Una vez fecundadas, las hembras ya están destinadas a producir menos sustancias psicoactivas debido al esfuerzo extra que les supone producir semillas. Por eso es importante identificar pronto a las plantas macho y prescindir de ellas, siempre que se busque una buena cosecha de calidad y cantidad, y no la generación de semillas para futuros cultivos. Leer más »

Semillas de cannabis

Las semillas de “mariguana” más apropiadas para la germinación son las maduras, que son duras y de color marrón claro a oscuro, con puntos, motas o rayas. Éstas son las que presentan un mayor índice de germinación. Por el contrario, las semillas blandas, pálidas o verdes suelen ser inmaduras y se debería evitar su uso, para no malgastar recursos en ellas. Las semillas de marihuana deben conservarse en un lugar fresco, oscuro y seco. Los refrigeradores son aconsejados si son del tipo de enfriamiento por aire, y no se condensa la humedad en su interior. En estos se pueden guardar las semillas, en una bolsa de plástico y preferentemene al vacío.

Las semillas inmaduras germinan poco y, cuando lo hacen, producen normalmente plantas de marihuana enfermizas y poco resistentes. Con las semillas maduras frescas y secas de menos de un año, por el contrario, brotan rápidamente y dan lugar a plantas de maría sanas y robustas.

Las semillas que tienen más de un año, suelen tener menor capacidad para germinan, y el periodo hasta que brotan se alarga.

 
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Como obtener dos cosechas de cannabis en una

Existen prácticas que optan por no cortar la planta de marihuana entera en el momento de cosechar, si no que dejan ramas suficientes para que la planta sobreviva y pueda volver a crecer y a dar fruto. De esta forma podemos obtener dos cosechas de la misma planta de cannabis, que agradeceremos enormemente si la planta ha demostrado una buena genética.

Para lograr tener una plantación de este tipo, tendremos que montar invernaderos o realizar la primera cosecha en interior, normalmente de otoño a primavera. En pocos lugares se tiene un invierno tan cálido que permita que las plantas se desarrollen normalmente en exterior, y que no sufran estrés por las temperaturas. Además, tanto si realizamos la germinación en otoño como si es en esta época cuando hacemos la primera cosecha,  es muy probable que las plantas necesiten un aporte de luz extra para evitar que florezcan demasiado pronto, antes de alcanzar una altura que haga que todo el esfuerzo haya merecido la pena.

A la hora de cosechar, si queremos seguir este método, deberemos dejar las ramas más bajas y recoger como máximo el 75% de ramas y cogollos totales. Estas ramas y cogollos que recolectaremos serán las de la parte media y superior. Después podremos hacer que la planta vuelva a crecer cambiando las condiciones de luz.

Hablando de las condiciones lumínicas, lo ideal es que las plantas reciban unas 18 horas de luz en total, sumadas las horas de sol (si se realiza el cultivo en exterior) junto con las de luz artificial. Nosotros aconsejamos bombillas de alta presión de sodio, por su alta capacidad en lúmenes y su más que probado rendimiento y resutados. Los periodos en los que tenemos que aplicar esta regla de horas de luz serán en los periodos de crecimiento de las plantas. Es decir, tras plantar y tras realizar la primera cosecha. Cuando queramos recolectar, suprimiremos el aporte de luz artificial, e incluso nos ayudaremos de algún tipo de material opaco para limitar las horas de luz a 12 en exterior (cartones o plásticos que podamos poner y retirar fácilmente nos ayudarán en esta tares).

Lo más llamativo de este método es que las partes bajas de la planta cogollan cobre los cogollos formados en la primera cosecha. Es impresionante el tamaño de los cogollos que pueden llegar a desarrollarse, ya que de los cogollos viejos crecen multitud de pequeñas ramitas que tirarán flor y se convertirán en nuevos cogollos que formarán en conjunto racimos de flores de marihuana prietas y frondosas y repletas de resina.

 

 

flor de jack herer plantas pequeas en un jadrín privado

 

Generar CO2 con bicarbonato y vinagre

Las plantas de marihuana requieren CO2 para crecer y desarrollarse. El CO2 es un gas incoloro e inodoro que se encuentra en la atmósfera junto con otros gases como el oxígeno y el nitrógeno. En ocasiones, la falta de CO2 puede ser letal para nuestras plantas. Y por lo general, se consiguen acelerar las cosechas favoreciendo el crecimiento mediante la adición de CO2 a los cultivos. En este post os vamos a enseñar un sencillo truco para aumentar los niveles de CO2 en el cultivo de interior.

Las plantas de marihuana admiten mayores cantidades de CO2 que las que existen en el aire que respiramos. Según los cultivadores profesionales, el cannabis tolera y aprovecha niveles de 0,13% o 0,15% en el aire que las rodea. Y el la atmósfera la concentración es bastante menor, de un 0,03% y 0,04%. Dicho en partes por millón, unas 200 a 300 ppm, frente a las 1300 o 1500ppm de lo que en realidad admite la marijuana. Por lo tanto podemos aportar nosotros un extra de CO2 para lograr que las plantas crezcan más rápido. Hasta dos o tres veces más rápido, si todos los demás elementos como nutrientes y luz son administrados correctamente. Los cultivadores experimentados y los profesionales añaden CO2 a sus cultivos, llegando a obtener incluso mejores resultados que en exterior, y hasta seis cosechas al año.

Seremos precavidos con el cuidado del cannabis cuando aportemos CO2 adicional, porque las plantas desarrollarán más hojas y por lo tanto consumirán más agua y nutrientes de lo que lo hacen normalmente. Un aumento de la temperatura por encima de los 25ºC ayudará a las plantas a mantener un metabolismo alto. La temperatura aconsejada se situaría en torno a los 29ºC.

Una forma barata y sencilla de generar CO2 para una sala pequeña es la de usar bicarbonato y vinagre, que se pueden obtener fácilmente de un supermercado. El bicarbonato suele usarse para ayudar a digerir comidas pesadas. Lo que tenemos que hacer es preparar un recipiente donde pongamos el bicarbonato. Un pequeña bandeja puede servir. Después, llenamos una botella con vinagre, la tapamos con su correspondiente tapón, y le hacemos un agujero a este para que la botella gotee al colocarla boca abajo. Y esto es justo lo que debemos hacer, colocar la botella boca abajo encima del recipiente para que el vinagre vaya cayendo sobre el bicarbonato. El vinagre contiene ácido acético disuelto, que reacciona con el bicarbonato y desprende dióxido de carbono (CO2). Como resultado se obtiene una sal, que queda disuelta en agua que también se produce, y el CO2. Os dejo (no os asustéis), la reacción química que se produce con la nomenclatura correcta (usando bicarbonato de sodio):

NaHCO3 + HAc   —>   NaAc + CO2 + H2O

El inconveniente de este método es que no controlamos la cantidad de CO2 que producimos. No sería un método adecuado para realizar un cultivo profesional, pero conociendo que las plantas van a agradecer este aporte extra de CO2, mejor esto que nada. Lo que tenemos que evitar es producir demasiado gas, porque sería igualmente perjudicial para las plantas. Así que una buena técnica es alternar la generación de CO2 con un periodo de ventilación del cuarto. De este modo nos aseguramos que la estancia no alcance niveles perjudiciales de CO2.

 Os dejo un video para que veáis la reacción. ¡Pero recordad que hay que hacerla gotita a gotita! No me hagáis el bestia…

 

Qué no hay que hacer al cultivar marihuana

Los cultivadores noveles suelen cometer muchos errores en los primeros cultivos de marihuana. Esto se une a la dificultad de realizar un diagnóstico adecuado en las primeras cosechas. No se conocen los síntomas de las enfermedades o las plagas, y se pueden confundir, no realizando el tratamiendo correcto en el momento adecuado. Además, se desconocen los malos hábitos y se cometen fallos que mermarán la producción de nuestras plantas.

En los comienzos, por desconocimiento, es habitual creer que basta con plantas las semillas, y que las plantas crecerán sólas mientras les demos agua. Y además de esto esperamos que nuestra cosecha sea abundante y de buena calidad, superando en todos los aspectos a las de nuestros amigos o conocidos. Mucha suerte tenemos que tener si conseguimos finalmente unos buenos resultados si no hacemos nada más que esto. Otras veces sí se conoce que a las plantas hay que ayudarlas con fertilizantes, y que hay que vigilar por si aparece alguna plaga, pero se realizan algunas acciones o se descuida algún elemento que provoca que no aprovechemos todo el potencial de nuestras plantas e incluso las pongamos en peligro.  A continuación voy a explicar algunos, de los principales errores que se comente cuando uno es principiante en el cultivo de cannabis. Y a veces no tan principiante…

Uno de los problemas que se dan por descuido en el cultivo de interior es el de la falta de una correcta ventilación. Las plantas necesitan gran cantidad de CO2 para desarrollarse, y si no tenemos un buen sistema de ventilación en interior, su crecimiento se verá mermado y tendremos unas plantas con mayor facilidad a enfermar y ser atacadas por insectos. Debemos procuparnos por tener un buen sistema de ventilación. Lo podemos conseguir por medio de ventiladores enfocados hacia las plantas a cierta distancia, o con sistema más complejos compuestos por tubos, filtros y removedores de aire.

Otro de los problemas es una temperatura inadecuada. Las plantas de cannabis soportan temperaturas entre 10y 40 ºC. Pero esto no quiere decir que se desarrollen correctamente cerca de los valores límite. Por el contrario, su crecimiento se puede detener y se pueden provocar daños irreversibles en las hojas. Por encima de 40 ºC comienza un proceso de destrucción de proteínas fabricadas en las hojas haciéndolas inservibles. Además, se aumenta la cantidad de agua que la planta tiene que evaporar para disminuir el calor, haciendo que consuma muchos más recursos y energía en esta tarea, que puede suponer más del 70% del total de energía que consume la planta. Por debajo de 10 ºC el crecimiento se detiene, y la planta entra en un estado de latencia. Por debajo de 0 ºC durante un periodo continuado, la planta muere. La temperatura ideal del aire para un correcto desarrollo está en torno a 25 ºC.

La cantidad de agua que aportamos a la planta también puede convertirse en un problema. Todo el mundo sabe que poca cantidad de agua hará que la planta tenga un aspecto raquítico y pueda llegar a secarse. Pero mucha cantidad puede tener los mismos efectos catastróficos para la plantación. Se pueden ahogar las raíces al disminuir el aire que hay atrapado en la tierra si se riega demasiado. La tierra queda empapada y las raíces no pueden "respirar". Podemos conseguir con una tierra demasiado húmeda por mucho tiempo que aparezcan mohos que puedan llegar a pudrir las raíces de la planta.

Las quemaduras en las hojas pueden ser muy peligrosas. Si regamos o si se forman gotitas de agua en las hojas y las plantas se encuentra bajo el sol o bajo los potentes focos de un cultivo de interior, los rayos de luz que atraviesan este agua puede quemar la superficie de las hojas. Las pequeñas gotas sobre las hojas actúan como una lupa, concentrando los rayos de luz en un punto, dañando la superficie que la planta utiliza para producir clorofila. Debemos ser muy cuidadosos con no mojar las hojas cuando las plantas estén a pena luz, porque esto daños en las hojas son irreversibles.

Hablando de la luz, la falta de la misma es otro de los problemas que podemos tener. En exterior, debemos plantar las semillas teniendo en cuenta que en plena fase de crecimiento los días sean los más largos del año, para recoger cuando la noche se alargue y la planta termine la floración. En los meses donde las noches con más largas que los días, en invierno, las horas de luz pueden no ser suficientes y puede provocar que las plantas crezcan muy poco y tengan una floración anticipada. En interior, un alumbrado insuficiente nos dará plantas pequeñas y que incluso detengan su ritmo de crecimiento.

La humedad ambiental también puede ser un inconveniente si no es la adecuada. Poca humedad hará que la tierra se seque antes, tengamos que regar más a menudo, y que la planta gaste mucha energía evaporando más agua. Una humedad excesiva en ocasiones es buena para combatir plagas, pero también es excelente para que los hongos y mohos crezcan y se extiendan a sus anchas. Los mohos adoran la humedad. En la planta eligen sobre todo los cogollos bien formados porque almacenan gran cantidad de humedad en su interior, las raíces provocando el conocido mal del vivero, y las hojas.

Estos son problemas comunes que se convierten en habituales en cultivos de principiantes. Al principio y dependiendo del lugar en que plantemos, se puede hacer más o menos complicado evitar estos problemas. Siempre pedir consejo a cultivadores más experimentados, y huid de los consejos populares porque muchos suelen estar equivocados. Estad atentos a vuestros ejemplares, porque cuando los síntomas se hacen visibles, la planta ya ha sufrido cierto estrés y podemos tardar días en recuperarlas. Y varios días significan mucho tiempo en la vida de nuestras plantas.

 

montaje de cultivo de interior con un simple ventilador planta protegida de la climatología exterior

 

Guía rápida de cultivo de interior

Respondiendo a un comentario de Javi en hormonas de enraizamiento, voy a tratar de explicar de manera muy sencilla todo lo necesario para realizar un cultivo de interior. Esta guía pretende ser una referencia básica para todos aquellos que tienen dudas sobre como montar una plantación dentro de casa. Lo primero es hablar de que aspectos tenemos que cuidar, y que materiales necesitaremos:

Semillas

Lo primero que debemos tener son las semillas de marihuana. Pueden ser semillas compradas, semillas de otras cosechas o semillas que algún amigo nos ha dado. Para empezar, se puede probar con semillas que nos de alguien (tampoco aceptéis cualquier semilla e intentad conocer qué tipo de variedad son). ¿Por qué? Muy fácil. En los primeros cultivos cometeremos muchos errores y aprenderemos qué cosas debemos hacer y cuales no. Así que sería una pena echar a perder o no sacarle el rendimiento suficiente a semillas de calidad que hemos comprado a un alto precio. Si no tenemos la posibilidad de que nos den semillas, o estas no son de calidad, o simplemente queremos un determinado tipo de marihuana, siempre podemos comprar algunas que no sean excesivamente caras. Eso sí, no tengamos reparo después a la hora de desechar ejemplares por su debilidad o porque contraigan alguna enfermedad que pueda poner en peligro al resto.

Medios de cultivo

Las semillas tenemos que ponerlas en algún medio de cultivo para que puedan germinar y terminar siendo unas bonitas plantas de marihuana. Para cultivo de interior, un método que se usa habitualmente es el de la hidroponía. Este consiste en mezclas inorgánicas y carentes de nutrientes, ya que estos se acabarán suministrando en el agua de riego. Este método conlleva mayor complicación que el tradicional de cultivar en medio orgánicos (como el sustrato vegetal que podemos encontrar en cualquier tienda especializada). Por lo que si es vuestro primer cultivo, os aconsejo que empezéis por lo sencillo, y uséis medios orgánicos. Entre ellos podemos encontrar el sustrato vegetal, el humus de lombriz, arena gruesa, lana de roca, abonos orgánicos, etc. Algunos, como el humus de lombriz, es necesario mezclarlos con otros por no tener capacidad para retener agua ni aire.

Contenedores o macetas

 Los mejores contenedores para cultivar marihuana son los que son más altos que anchos. Las raíces del cannabis tienden a crecer hacia abajo más que a los lados. Normalmente la planta se interna en la tierra la misma profundidad que su tamaño fuera de ella. Es por esta razón por la que aconsejo usar contenedores más altos y más estrechos que las típicas macetas que se usan para el resto de plantas. Además así ocuparán menos espacio.

La capacidad de las macetas debe ser de 12 litros como máximo. Hay que pensar que si vamos a cultivar muchas plantas, los contenedores van a ocupar mucho espacio. Para cultivo de exterior se pueden usar contenedores más grandes, pero para interior debemos limitar más el tamaño de estos. Teniendo en cuenta además que deberemos ir moviendo y rotando las macetas para que la planta reciba luz por todos sus lados. Unos contenedores que pesen poco nos ayudarán en esta tarea. Es cierto que las macetas de barro son mejores por su capacidad para transpirar, eliminar el exceso de humedad por sus paredes, y por su característico aislamiento frente a altas temperaturas ambientales. Pero en interior lo aconsejable son macetas de plástico, resistentes pero de poco peso, porque son más manejables y fáciles de manipular.

Las macetas deben tener agujeros de drenaje en el fondo. Y cuantos más mejor, siempre sin que sean demasiados y que puedan producir que el contenedor se pueda romper por abajo. Y sin que faciliten que se escape la tierra por debajo cada vez que se riega. Para evitar esto deberemos poner en el fondo de la maceta arlita o piedras, que faciliten el drenaje, pero que eviten que se pierda tierra por los agujeros.

Luz

Las plantas necesitan mucha luz para su crecimiento y su correcto desarrollo. Y en interior debemos ser nosotros los encargados de proporcionarles la suficiente cantidad de luz para asegurarnos de tener unas cosechas productivas. Existen en el mercado toda una gama de bombillas y reflectantes que podemos comprar para obtener un buen cannabis. Las lámparas de vapor de sodio y las de halogenuros de mercurio son las mejores para desempeñar esta tarea. Las primeras tenían un color anaranjado al principio, y las otras un color más blanco. Pero ahora podemos encontrar de ambos tipos que den un color banco de distintas tonalidades. Hay unas que las denominan cool white por la luz tan característica que emiten.

Sobre la potencia, nosotros recomendamos que tengan como mínimo 400W. Índices menores que este nos van a proporcionar cosechas menos abundantes, e incluso problemas a la hora de que nuestras lindezas crezcan.

También debemos cuidar la altura a la que ponemos estas bombillas. Normalmente desprender demasiados calor, y esto puede hacer que se quemen las hojas más altas de nuestras plantas. Para la potencia de las lámparas que hemos recomendado, la distancia entre la punta de la marihuana y la bombilla no debe ser inferior al medio metro. Si observamos que las puntas de las hojas comienzan a oscurecerse o estas empiezan a doblarse hacia arriba, si no nos hemos pasado con los fertilizantes, es una buena indicación de que las lámparas están demasiado cerca. En los armarios de cultivo se suele instalar un sistema de ventilación y de extracción, y se suelen conectar las lámparas a los tubos que conforman esta estructura para que desalojen el calor que producen las bombillas.

Los tiempos los ciclos de luz – oscuridad suelen variar para cada cultivador. En la fase de crecimiento, parece estar comprobado que una continua provisión de luz para las plantas de 24 horas suele hacer que al final la producción aumente. Si no se pueden mantener las lámparas las 24 horas del día encendidas, el mínimo de horas no debe bajar nunca de 18 horas de luz como mínimo. Cuando las plantas alcancen el tamaño que queríamos, cambiamos el ciclo de luz – oscuridad hasta igualarlo, con tan sólo 12 horas de luz al día. Eso provocará que nuestra plantas entren en la fase de floración y comiencen la producción de resina.

Clima controlado

Las plantas necesitan un adecuado rango de temperaturas para poder crecer sin problemas. La temperatura ideal para la marihuana es de unos 25º C. Elegiremos una habitación que tenga una temperatura constante durante todo el año, y no sea un cuarto que tengamos que visitar a menudo para hacer otras tareas. En el inicio debemos cuidar especialmente el rango de temperaturas que debe soportar la planta, pues es en este estadio cuando son más débiles. Los límites fuera de los cuales el cannabis detiene su crecimiento son menos de 10ºC y más de 40º C.

El aire es también muy importante. Por medio del viento se pueden colar en nuestro cultivo hongos que seguro no serán bienvenidos por nuestras plantas, pudiendo ocasionar enfermedades que pueden llegar a arruinar en el peor de los casos nuestra cosecha. Una renovación contínua de aire limpio ayudará a evitar que las plantas se pongan malitas. Además, estan desarrollan un mayor tronco y ramas que les permitirá aguantar mejor el peso de los cogollos y las hará más resistentes si se ven frecuentemente movidas y balanceadas por una conínua brisa. Podemos poner ventiladores en nuestro cuarto para simular este efecto que tiene el viento en las plantas.

Un posible problema de discrección si vivimos en una comunidad de vecinos o tenemos frecuentes visitas es el olor que desprenden las plantas de marihuana. En el mercado podemos encontrar diferentes modelos de filtros con carbono activo que logran amortiguar eficazmente el olos que impregna el aire que expulsemos del cuarto de cultivo mediante el sistema de extracción que hayamos instalado. Estos filtros los podemos utilizar en varios cultivos, antes de tener que comprar nuevos recambios para segurar su correcto funcionamiento.

El CO2 es absolutamente necesario para las plantas. Pueden morir fácilmente en interior si no reciben un aporte suficiente. Con un adecuado sistema de ventilación y renovación del aire podemos estar tranquilos en este aspecto. Biuen es cierto que forzando a que las plantas reciban un mayor aporte de CO2 podemos aumentar la producción. Para esto existen varios trucos de los que hablaremos en futuros artículos.

La humedad también puede resultar un problema, sobre todo en fases tempranas de germinación y crecimiento. Un exceso de humedad puede hacer que los hongos proliferen en el medio de cultivo, y nos encontremos con el metido mal del vivero que provoca que las raíces se pudran o que las semilla no germinen.

Para saber más sobre la eleccion del sitio, podéis ver el artículo sobre los cuartos de cultivo.

Más consejos

Lo primero que debemos saber es que nuestras plantas en interior no deben hacerse tan grandes como serían si las cultivásemos en exterior. La efectividad de las lamparas de interior no superan los 80 cm o el metro. Y cuando las plantas están el floración, la vegetación puede ser tan densa que la luz no llegue correctamente a la parte inferior de las plantas, evitando que estan desarrollen todo su potencial, con lo que estaríamos desperdiciando tiempo y dinero en abonos y cuidados. El tamaño máximo de las plantas podemos aconsejar que no supere el metro y medio.

Las plagas en interior son letales. Si alguno de los bichitos que pueden arruinar nuestra cosecha consiguen colonizar nuestras plantas, se reproducirán a sus anchas. No encontrarán en nuestro cultivo los depredadores naturales que los mantienen a raya como ocurre en exterior. Por eso, la contínua observación, hábito que siempre recomendamos, es crucial. Al más mínimo indicio de algún posible visitante inesperado, debemos aplicar las medida oportunas en cada caso y utilizar los insecticidas biológicos adecuados. Mientras tanto, no nos olvidaremos de la prevención con la ayuda de otros productos destinados para el caso. En el mercado podemos encontrar una amplia variedad de productos que podemos usar para cuidar nuestras plantas.

Para los principiantes, tener cuidado con el sexo de las plantas. Al principio puede ser confuso el distinguir machos y hembras, pero una vez hayamos visto algunos ejemplares, veremos que es una tarea muy sencilla de realizar. Cuanto antes separemos los machos de las hembras, mejor, si lo que queremos es obtener la máxima producción en una cosecha sin semilla.

 

Gran planta de marihuana en un cultivo de interior Mar de marihuana violeta

 

Drenaje del cultivo de marihuana

En el crecimiento del cannabis, todo es importante. Pero en el caso de cultivo en maceta el drenaje de la tierra es esencial, y muy sencillo (y barato) de controlar. Lo principal es tener cuidado de que no se acumule agua en la maceta para evitar ahogar las raíces y poner en peligro la vida de la planta, y para mantener lejos las plagas de hongos que atacan el sistema radicular de la misma.

Las macetas o contenedores que vayamos a utilizar en nuestro cultivo, deben tener siempre agujeros en el fondo que permitan que el agua sobrante fluya. Por experiencia, cuantos más agujeros mejor (sin mermar la resistencia del contenedor, no vaya a ser que se nos rompa). Un buen truco para realizar más agujeros en los contenedores de plástico es la de calentar al rojo vivo un palo de hierro o un clavo gordo e ir creando orificios derritiendo el plástico. No hagáis los agujeros excesivamente grandes. Debe pasar el agua, pero no debemos hacer que la tierra se vaya escapando poco a poco en cada riego. Usar arlita o piedras en la base de la maceta facilita el drenaje y evita que la tierra se escape por los agujeros, evita también que la tierra esté permanentemente empapada de agua que se pueda acumular en el plato, y mantiene un cierto grado de humedad que será absorbida por la planta cuando la tierra se esté secando. Por estas razones, el uso de material de este tipo en el fondo de la maceta es imprescindible.

Si usamos bandejas o platos para recoger el agua que se drena, es aconsejable que el agua no toque directamente el contenedor para evitar problemas de podredumbre de raíces. Podemos usar calzas o tacos de madera para levantar la maceta sobre el plato.

Si observamos que el agua se escapa demasiado rápido por los orificios de drenaje cuando regamos, podemos taponar estos agujeros con un poco de algodón o de papel de periódico. Conseguiremos que el drenaje se realize más lentamente. Eso sí, estaremos atentos por si obstruimos los agujeros y el agua se queda dentro del recipiente.

 

 

contenedores negros para cultivar cannabis

Viento. Como evitar que las ramas con cogollos se partan.

En exterior, el viento fuerte es uno de los principales enemigos de las plantas. Cuando las plantas están cargadas de cogollos, las ramas se encuentran con un peso varias veces superior al que tendrían sólo con hojas y pueden romperse fácilmente con un fuerte viento. Además de este riesgo, un viento continuado seca las hojas y hace que necesiten mayores cantidades de agua para contrarrestar este efecto.

En el sur de España se da un fenómeno especial llamado calima, que consiste en arenisca procedente de las zonas más áridas mezclada con viento salino del mediterráneo. Este tipo de viento es especialmente dañino para las plantas. Provoca que se resequen las hojas y que el cannabis sufra estrés hídrico, mermando su desarrollo y su futura produccion de THC. En el caso de cultivar marihuana en zonas donde se presente este tipo de vientos, debemos proteger nuestro cultivo con cortavientos. Una pared, un muro, un seto, una estructura de madera… cualquier barrera rígida puede servir para proteger las plantas de los vientos intensos. Y si este está cargado de arena y partículas, es muy recomendable lavar las hojas con agua después de días de viento fuerte o racheado.

Ante este tipo de inclemencia climatológica, las plantas tienen sus propios mecanismos de defensa. Uno de ellos es el de trasladar una mayor cantidad de humedad de las raíces a las hojas. Este mecanismo defensivo les permite regular su temperatura y su química interna. Esta es la razón por la que unas plantas expuestas a vientos frecuentes y a pleno sol necesiten mucha más agua que si estuviesen en un entorno protegido, o cultivadas en interior.

Otro mecanismo de defensa para aguantar los embates del viento es el de producir mayor cantidad de celulosa en el tallo, y obtener un tronco mucho más ancho y robusto. Esto se debe a que el movimiento oscilante del tallo respeto a la base hace que la planta genere mucha más glucosa, cuyo exceso termina siendo transformado en celulosa, uno de los material de los que está compuesto el tallo.

Para lograr que la planta sea más resistente ante estos contratiempos, debemos acostumbrar a nuestros ejemplares desde pequeños a que sufran el efecto del viento. Siempre con sentido común, debemos ir quitando poco a poco las protecciones que frente al viento podamos haber instalado en nuestro jardín. Durante el crecimiento vegetativo, mediante la acción del viento conseguiremos una planta con un tallo y unas ramas robustas, que aguantará mucho mejor el peso de los cogollos mientras llega el momento de la cosecha. Después, lo ideal sería que en la fase de floración, mientras se forman los cogollos, la planta no tuviera que gastar energías en la producción de almidones complejos y celulosa para reforzar su estructura. Podemos en este momento volver a proteger con cortavientos si tenemos esta posibilidad.

Hay que estar siempre informado de la situación del tiempo y de las predicciones meteorológicas para tener controlado nuestro vergel y evitarnos posibles disgustos. Si conocemos que se van a presentar días de fuerte viento, deberemos proteger nuestras plantas. El viento flojo y moderado es bueno cuando están creciendo, pero el viento fuerte siempre es dañino. Puede dejar el follaje de la planta plagado de hojas secas y rasgadas, que afectarán al crecimiento de la planta y a su producción (y que pueden ser la vía de entrada de posibles enfermedades y servir de atracción a plagas de insectos amantes de las plantas debilitadas).

Si las plantas están en una fase de floración avanzada y esperas vientos intensos en la zona, te aconsejo atar las ramas al tallo con cuerda fina, cuidando de que las cuerdas rocen lo menos posibles los cogollos. Esta también es una buena opción si crees que va a llover con intensidad, ya que los cogollos tienden a absorber mucha humedad y prococan de esta forma que aumente drásticamente su peso. Si temes de que el tallo se pueda partir por el peso de tu planta o por la fuerza del viento, puedes intentar atarlo con cuerda o alambre fino a algún soporte. La mejor opción es copiar la técnica de sujección de las antenas de televisión de los edificios, o de las tiendas de campaña. Tres cuerdas por ejemplo, en forma de triángulo, que vayan bien tensadas desde la parte media o superior del tallo al suelo, serán un perfecto refuerzo que evitarán que el tallo se rompa o que la planta sea tumbada de raíz por los embates del viento.

Lo único bueno del viento fuerte: ¡Los bichos lo odian! Si tienes una plaga, el viento fuerte y la lluvia con bajas temperaturas pueden convertirse en tu aliado y ofrecer incluso mejores resultados que un buen insecticida.

 

 

 

Consejos para el momento de la cosecha. Evita pulverizar

El momento de la cosecha  es el más esperado de todo el cultivo. En él la planta requiere de nuestro últimos mimos y cuidados, y es una etapa crítica en la que no podemos equivocarnos. Una abonado hasta el último momento o una pulverización cerca de la recogida pueden arruinarnos el sabor de nuestra marihuana.

 

Evitar Pulverizar hacia el final del cultivo

 

Debes abstenerte de pulverizar la planta dos semanas antes de cortarla. Los productos contra insectos, ácaros, etc, pueden hacer que los cogollos tengan después un sabor amargo y que produzcan un humo blanco intenso ‘poco recomendable’.Eso por no hablar de los posible efectos nocivos para la salud aunque se trate de productos ecológicos.

En casos en los que la pulverización sea inevitable, entonces toca lavar a fondo (pero con ciudado) las plantas. Échales agua en abundancia por las hojas y cogollos, y por aquellos lugares en los que hayas rociado el producto. No dejes que el chorro de agua tenga fuerza suficiente como para dañar la planta o arrastar la resina. Esta no se siduelve en el agua, pero si puede desprenderse de la planta. Agítala después con cuidado para intentar que se quede la menor cantidad de agua posible en los cogollos. ¡En este momento, son como esponjas!

Deja secar la planta después, y estate atento al moho. Ya sabéis que le gusta la humedad. Así que procurar realizar esta operación al amanecer, antes de que le de el sol directo a la planta para evitar quemarla con el agua.

Si la planta ya parece de brotitis (el moho), o crees que hay posibilidades de que lo contraiga, entonces lo mejor es no realizar este lavado, y como consecuencia minimizar al máximo la pulverización.

Aunque por experiencia, si tienes una plaga excesiva siempre es mejor intentar reducirla aunque se tenga que pulverizar antes de cosechar, si no quieres fumar más bichos que resina. Para ello puedes usar jabón potásico, que se descompone con la luz en potasio entre otras cosas (comida para los cogollos, vamos), y es de los productos más seguros para nosotros.

 

planta cogollada lista para cosechar cogollo de marihuana con brotitis

 

El olor del cannabis

 

Muchas veces el olor que desprende la marihuana se convierte en un problema cuando llega el momento de la cosecha.

Las plantas están en su máximo esplendor con los cogollos bien formados y la producción de resina al máximo, y hay que mantener una buena ventilación en el lugar de plantación, así como después en los habitáculos de secado y curado.

E olor de la marihuana es consistente y se acumula si no proveemos al cultivo de una corriente de aire que limpie y purifique el ambiente.

El principal causante del olor es la evaporación de los aceites esenciales del cannabis. Esto se produce cuando la temperatura supera los 21ºC. Así que una buena práctica es la de intentar mantener la temperatura del lugar de cultivo por debajo esta cota.

En cultivo de interior se debe poner un filtro de carbón antes de expulsar el aire al exterior por medio de los conductos de extracción.

 

  

flor con resina de cannabis y hojas blancas de tricomas indio fumador de marihuana