Cuando la duración del día al final del verano se reduce a unas 12 o 13 horas, la marihuana comienza su etapa de floración. En los cultivos de guerrilla o de exterior en invernadero, por lo general comienza en el mes de septiembre (hemisferio norte), aunque dependiendo de la variedad pero empezar antes, en Agosto. En el cultivo de interior será el cultivador el que escoja el momento para que la marihuana florezca y desarrolle cogollos ajustando los temporizadores del sistema de iluminación, lámparas y focos. Algunos cultivadores de interior recomienda en el caso de utilizarse tubos fluorescentes, cambiar los tubos y poner otros que tengan por luz un blanco más cálido, simulando mejor las condiciones que se dan en la naturaleza.

La floración es autoinducida por la planta cuando el nivel de una hormona en particular llega a un punto crítico. Esta hormona es producida por las plantas de marihuana durante el periodo de oscuridad (noche) y desechada por la luz durante el día. Es muy importante, por lo tanto, garantizar que el período de oscuridad no es interrumpido por cualquier haz de luz. Incluso un breve periodo de tiempo de exposición a la luz puede perturbar el proceso de generación de dicha hormona llamada Florigen.

Tras una semana o dos después de haber comenzado el proceso de floración, hay que prestar atención a las flores inmaduras que unen las hojas de los tallos. Tenemos que procurar que la parte inferior de las plantas de cannabis se airé bien, y para eso procederemos a quitar las flores que se puedan transformar en cogollos pequeños que están en la parte inferior, así como las hojas y las ramas pequeñas.

Poco a poco veremos como las flores de marihuana multiplican los pelitos blancos, y se tranformarán en la etapa final del proceso de floración en cogollos tupidos y hermosos.

Deberemos haber identificado y arrancado los machos si lo que queremos es un cultivo genuino sin semilla. En caso contrario, si los machos se han hecho grandes los podemos usar para la fabricación de aceite de hachís o mantequilla de marihuana, pero antes de que las flores se abran por completo y polinizen a las hembras. El objetivo es tener plantas de marihuana hembras que produzcan cogollos y vainas de semillas falsas que se llenarán de tricomas con THC, en busca de un cultivo “sin semillas”. En el apartado de los abonos, debemos cambiar a uno cuya tase de nitrógeno sea más baja que de potasio, y que contenga concentraciones altas de fósforo.

Las plantas hembras de marihuana seguirán creciendo, con la esperanza de ser polinizadas. Este proceso se alarga durante 4 u 8 semanas más, periodo en el cual producen más resinas a la vez que su crecimiento vertical se estanca. Cuando las plantas han alcanzado su madurez (el porcentaje de pelitos blancos que han pasado a marrones supera el 70%), es el momento de cosechar nuestras deliciosas plantas de marihuana.