En los estratos de la realidad
Apreciaciones del viaje extático
En este artículo se propone aceptar a la planta madre de tanta inspiración y devoción dentro del selecto paquete de plantas maestras. Hay un consenso general, en el ámbito del culto y del consumo, en las proximidades de la etnobotánica (ciencia y rama de la antropología que estudia las relaciones de las plantas en el seno de las culturas y la cosmovisión de una tribu) de reconocer a la ayahuasca, al peyote y a los hongos, además de la ruda de siria y hasta las daturas (floripondio, estramonio, “dama de la noite”, etc.) como “transportadores” naturales. Sin embargo, la marihuana se ha mantenido del otro lado del umbral, como una droga recreativa, como un euforizante menor.
El hecho de ser considerada una sustancia manejable, que no llega a ser del todo pscidélica ni a arrebatar a su usuario de la realidad circundante, la convierte en una especie de “alucinógeno doméstico”.
Cuando se fuma, el control de la dosis, es casi perfecto aunque se trata de una administración poco recomendable para los pulmones y el aparato respiratorio en general.
Sin alcanzar el rango de las plantas visionarias, el cannabis, ha operado en nuestra sociedad cambios importantes de forma imperceptible, ya que la blandura que la caracteriza, parece ser más efectiva que los método dramáticos, en tanto ha penetrado suavemente en la sociedad con una carga de valores propia y, en muchas ocasiones, en franca discrepancia con las automatizaciones sociales del sistema.
La existencia permanente de una población consumidora de hachís deja clara evidencia de una convivencia activa y que tiene relaciones subconscientes con el ser humano. Este es el tema que nos ocupa en este artículo: La mente crea la realidad, la marihuana transforma la mente, luego la marihuana transforma la realidad al transformar la mente.
La realidad, un gran pensamiento
El universo es algo todavía desconocido. Porque evidentemente es algo o muchas cosas en tanto no puede ser nada. Para algunos un conjunto casi infinito de instancias, de elementos, de seres y objetos; para otros la descomposición de una sola esencia como la luz blanca en los colores: es el Ser.
Pero no se deduce, no se percibe, no se especula desde el vacío, en realidad hay un aparato procesando datos de entrada con un poder de proceso propio, una capacidad inherente al Ser que es; en pocas palabras, la conciencia observadora.
En esa compleja red de información, de destrezas comparativas, de condición a un tiempo rítmico, relativo al estado cinético del observador, según las mediciones de Einstein y ligado inexorablemente al concepto del espacio y, todo el conjunto que encierra este marco espaciotemporal, tendrá a su vez una dependencia indisoluble con el estado de la conciencia, el ritmo, la luz, etc. de la mente que observa.
En este sentido alguien mencionó esto:
“No habría universo si no hubiera una conciencia observándolo”
Precisamente es en estas profundidades donde cobra importancia la mediación de una planta capaz de dialogar e intercambiar “opiniones” respecto a lo que hay “ahí”, en la vida, en última instancia.
Toda interpretación del mundo es una lectura resultante de un alcance, una mirada interpretativa de un texto hecho con otras letras, otros signos más básicos y universales como los ceros y unos de la informática.
Las infinitas conclusiones erradas posibles constituyen las lecturas posibles de una ecuación que no se termina de resolver.
La Cannabis Sativa contiene un compuesto orgánico muy similar a un cannabinoide que se produce en las células nerviosas en forma endógena (interna, dentro del cuerpo, sin mediación exógena)
La similitud entre los compuestos y las funciones que desempeñan determinan la acción psicoactiva del cáñamo, el efecto que produce al ser humano y la existencia de una relación simbiótica con especies vegetales protagonizando los problemas cruciales del conocimiento.
Otra cuestión que no merece ser manoseada por la crítica, ni por los jueces negros del templo de la “santa hipocresía” es el derecho a la libre estimulación hacia su centro. Poco podemos saber, si no somos el propio experimentador, respecto a qué es verdad y qué es mentira, qué es dañino y que es ventajoso…
La cuestión de la introspección es un tema capital en tanto es ahí “dentro” donde estaremos escrutando la propia conciencia que les alimenta, es decir, viendo en sí parte de sí.
El acto de meditar con la asistencia de una planta como el cáñamo es una verdadera sincronización, una comunión donde solo se reza el continuo acierto, la grandeza de sentir que no se falla aun después de la comprobación.
Tomarse un par de días para la terapia con cannabis, por vía oral, ostensiblemente más impactante que la forma que más se conoce: fumarla, es una opción muy válida para quien ya domina el “viaje” mediante sus acercamientos esta gnosis, por medio del “pitillo”.
Comer o tomar TCH conduce a un período más largo y sostenido del efecto psicoactivo ( 2 gramos unas 4 horas) Esto insume esta limpieza maravillosa y dadora de bienes, como lo es la cannabis ingerida, destilada y preparada. Una delicia.
Mi favorita es “la copa green”, hábilmente extraído el THC, se consume en forma líquida. Los efectos demoran más que cuando se fuma: Entre 30 y 45 minutos.
Las ventajas que tiene respecto a fumarla son muchas. En primer lugar no se dañan los pulmones, en segundo, no quedan rastros de su consumo, algo prudente en una sociedad llena de contradicciones y traidores, una tercera ventaja es lo aprovechable de su efecto, al quedar el 100% de la sustancia en el cuerpo, nada se desperdicia.
También puede considerarse otro punto más a su favor el hecho de que el efecto mantiene el “viaje” por más de 4 horas y es de intensidad permanente.
La desventaja es su difícil dosificación ya que se debe esperar 40 minutos o más para ver cómo estuvo la cantidad tomada. Si fue insuficiente deberá tomarse más cantidad, si fue demasiado no hay más que tranquilizarse y tratar de danzar al ritmo de una música.
Lo ideal es poder deslizarse a lo más íntimo de la conciencia. En ese ámbito acontece la desintegración del “yo” provisional que es el que sujeta a su vez la noción del mundo.
En estado “de copa” se pueden hacer excursiones psíquicas, paseos hacia paisajes inventados y sondear en una trivialidad hasta convertirla en uno de los pilares de todos los tiempos.
Ese derecho es derecho a vivir, a conocer su naturaleza, a ser feliz
¿Quién cree que esto es una dependencia?
No hay peor adicción que la sujeción a lo instaurado y lo que no tiene ruedas para cambiar de lugar, la evolución necesita movimiento y las formas estáticas siempre se están quedando atrás.
La imagen se le agrade a Galería de Rasta
09/02/2010
eso es poesia hermano Esto deberia ser leido por todos esos politicos ignorantes y retrogradas que quieren hacernos uno analfabetas mentales La verdad esta en la hierba
09/06/2010
[…] fue la primera vez que probé la fuerza de la tejedora de sueños cuya mano verde y abierta es ya un emblema en la cultura de hombre moderno. Comparte y […]
02/05/2011
Se puede explicar más alto, pero seguro que no más claro.