Juicios y prejuicios contra el consumo de la marihuana
Tolerantes pero no mártires: Debe respetarse y entenderse que existan muchas personas formateadas aun en la idea religiosa del pecado y la salvación, aunque parezca mentira, por lo que se sabe que este conjunto se inclina a escandalizarse al mejor estilo medieval de todo lo que implique estados modificados de la conciencia: “La satánica tentación de las drogas”. No se habla jamás, en estos ambientes, de la droga de tipo estupefaciente que resultó ser el cristianismo durante más de mil años cuando no se podía dejar de escuchar a los “curas” porque casi todos eran “analfabetos” , muy creyentes por cierto, pero no leían la Biblia que estaba transcripta a mano en los monasterios y no salía de la órbita parroquial. La cultura era un monopolio de la nobleza y el clero.
Es pertinente comprender que droga es todo aquello que modifica el comportamiento común del cuerpo o la mente.
En este sentido, si droga es todo lo que causa algún efecto en el organismo, prácticamente todo lo que se consume es una droga.
Pero en su acepción popular y menos favorable, se considera droga, a “paquetes consumibles” capaces de generar adicción, dependencia, que se necesita seguir consumiendo para poder seguir “viviendo” dependencia (psicológica o física) que inhabilitando a la persona en otros campos y exigiendo cada vez mayores dosis lo convierte en un “esclavo” exclusivo del consumo.
Pero esto ocurre solo con las drogas que generan tolerancia, es decir que el cuerpo se acostumbra a ellas y se necesita subir la dosis para alcanzar el efecto alcanzado en la primera toma.
Dentro de esta lista entran la heroína, la morfina y los opiáceos en general; el clorhidrato de cocaína; las anfetaminas; los barbitúricos o pastillas para dormir; el alcohol, el tabaco y hasta el azúcar, el café, la adrenalina y las sustancias depresoras que generan las depresiones maniacas y recurrentes.
En tanto drogas de adicción psicológicas, la clasificación se torna difícil y las categorizaciones, subjetivas ya que la moda, la televisión, el estilo de vida, el sexo, la hora de levantarse, la merienda, en fin, miles de hábitos que conforman nuestro diario vivir son probablemente adicciones psicológicas de las que no prescindimos por una tolerancia primera y dependencia después, aumentando el ritmo de la necesidad de consumo, los valores materiales y la apariencia personal: Los valores de hoy.
Pese al adelanto, la tendencia a la legalización y el hecho que ya se haya despenalizado en muchos países el consumo, mostrando una inteligencia primermundista en esta materia, sigue notándose una actitud discriminadora en el colectivo social contra los “fumadores de porros” por ser una droga barata y muy consumida en las clases humildes, como paliativo de la falta del poder adquisitivo en tanto hace disfrutables los momentos cotidianos muchas veces “intransitables”.
Por otra parte el consumo del cannabis acontece también en un grupo intelectual de fuerte potencial o aprobado valor social.
Cuando una mente despierta instrumenta nuevas condiciones de ejercitar la percepción de las cosas, la reflexión sobre las mismas y la conclusión que se deduzca, estará aportando nuevas letras en este vocabulario del ser en sí. La naturaleza se continúa siempre, porque el ser es continuo, en su esencia profunda y
única.
La discontinuidad o heterogeneidad que aparece en el universo sensible es una cuestión relativa a la lectura del ser sobre sí, en este campo filosófico que la epistemología llama “El saber que se piensa”, el cógito ergo sum de Descartes elevado al n.
Hay diálogo entre esta conciencia y la forma en que aparece, en la aparente discontinuidad, la planta de cáñamo.
Un cóctel donde hardware y software parecen fusionarse en el concepto que el ser se crea de sí en determinadas condiciones de información.
No es fácil abarcar esta ciencia que comienza en la etnobotánica que relaciona las sociedades y el consumo de plantas enteogénicas, así como los lazos de la evolución del lenguaje y la filosofía desde trampolines químicos naturales, “estratégicamente” distribuidos por el azar en el espacio y en el tiempo del hombre.
Los alcances de esta relación antropo –vegetal, especialmente con el cáñamo, dirige la investigación a terrenos muy poco explorados todavía como la conciencia humana, los procesos de la sinapsis y las complejidades bioquímicas neuronales en sus “conversaciones” llevadas a cabo a través de los agentes neurotransmisores tales como la serotonina, la dimetiltriptamina, los cabinoideos y otros compuestos orgánicos relacionados.
Vale decir que los neurocirujanos, psicólogos, psiquiatras, farmacólogos, investigadores del SCN, metafísicos, médicos, literatos, etc. tendrán aquí material de sobra. En tanto realizaciones prácticas, los talleres o pruebas piloto con uso de cannabis tendrá que buscar espacios dentro de la legislación agresiva, la experimentación en sujetos depresivos o violentos puede ser recomendable.
Resumiendo un poco el total diremos que en lo que a salud concierne falta mucha investigación. El humo, sin embargo es dañino de por sí, sustancias como el alquitrán siguen presentes en el “porro” de maruja.
Pero también puede ser medicinal y estimulante, sin llegar a ser alucinógena, puede ser usada en terapias contextualizadas entre lo mágico y lo divino. Vale la pena oír la voz de más de ocho premio nobeles y millones de personas que están dispuestas a seguir alentando la legalización de la marihuana en el mundo entero.
La imagen publicada en este artículo se la debemos a “Toima distribucions”
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