Los cultivadores noveles suelen cometer muchos errores en los primeros cultivos de marihuana. Esto se une a la dificultad de realizar un diagnóstico adecuado en las primeras cosechas. No se conocen los síntomas de las enfermedades o las plagas, y se pueden confundir, no realizando el tratamiendo correcto en el momento adecuado. Además, se desconocen los malos hábitos y se cometen fallos que mermarán la producción de nuestras plantas.
En los comienzos, por desconocimiento, es habitual creer que basta con plantas las semillas, y que las plantas crecerán sólas mientras les demos agua. Y además de esto esperamos que nuestra cosecha sea abundante y de buena calidad, superando en todos los aspectos a las de nuestros amigos o conocidos. Mucha suerte tenemos que tener si conseguimos finalmente unos buenos resultados si no hacemos nada más que esto. Otras veces sí se conoce que a las plantas hay que ayudarlas con fertilizantes, y que hay que vigilar por si aparece alguna plaga, pero se realizan algunas acciones o se descuida algún elemento que provoca que no aprovechemos todo el potencial de nuestras plantas e incluso las pongamos en peligro. A continuación voy a explicar algunos, de los principales errores que se comente cuando uno es principiante en el cultivo de cannabis. Y a veces no tan principiante…
Uno de los problemas que se dan por descuido en el cultivo de interior es el de la falta de una correcta ventilación. Las plantas necesitan gran cantidad de CO2 para desarrollarse, y si no tenemos un buen sistema de ventilación en interior, su crecimiento se verá mermado y tendremos unas plantas con mayor facilidad a enfermar y ser atacadas por insectos. Debemos procuparnos por tener un buen sistema de ventilación. Lo podemos conseguir por medio de ventiladores enfocados hacia las plantas a cierta distancia, o con sistema más complejos compuestos por tubos, filtros y removedores de aire.
Otro de los problemas es una temperatura inadecuada. Las plantas de cannabis soportan temperaturas entre 10y 40 ºC. Pero esto no quiere decir que se desarrollen correctamente cerca de los valores límite. Por el contrario, su crecimiento se puede detener y se pueden provocar daños irreversibles en las hojas. Por encima de 40 ºC comienza un proceso de destrucción de proteínas fabricadas en las hojas haciéndolas inservibles. Además, se aumenta la cantidad de agua que la planta tiene que evaporar para disminuir el calor, haciendo que consuma muchos más recursos y energía en esta tarea, que puede suponer más del 70% del total de energía que consume la planta. Por debajo de 10 ºC el crecimiento se detiene, y la planta entra en un estado de latencia. Por debajo de 0 ºC durante un periodo continuado, la planta muere. La temperatura ideal del aire para un correcto desarrollo está en torno a 25 ºC.
La cantidad de agua que aportamos a la planta también puede convertirse en un problema. Todo el mundo sabe que poca cantidad de agua hará que la planta tenga un aspecto raquítico y pueda llegar a secarse. Pero mucha cantidad puede tener los mismos efectos catastróficos para la plantación. Se pueden ahogar las raíces al disminuir el aire que hay atrapado en la tierra si se riega demasiado. La tierra queda empapada y las raíces no pueden "respirar". Podemos conseguir con una tierra demasiado húmeda por mucho tiempo que aparezcan mohos que puedan llegar a pudrir las raíces de la planta.
Las quemaduras en las hojas pueden ser muy peligrosas. Si regamos o si se forman gotitas de agua en las hojas y las plantas se encuentra bajo el sol o bajo los potentes focos de un cultivo de interior, los rayos de luz que atraviesan este agua puede quemar la superficie de las hojas. Las pequeñas gotas sobre las hojas actúan como una lupa, concentrando los rayos de luz en un punto, dañando la superficie que la planta utiliza para producir clorofila. Debemos ser muy cuidadosos con no mojar las hojas cuando las plantas estén a pena luz, porque esto daños en las hojas son irreversibles.
Hablando de la luz, la falta de la misma es otro de los problemas que podemos tener. En exterior, debemos plantar las semillas teniendo en cuenta que en plena fase de crecimiento los días sean los más largos del año, para recoger cuando la noche se alargue y la planta termine la floración. En los meses donde las noches con más largas que los días, en invierno, las horas de luz pueden no ser suficientes y puede provocar que las plantas crezcan muy poco y tengan una floración anticipada. En interior, un alumbrado insuficiente nos dará plantas pequeñas y que incluso detengan su ritmo de crecimiento.
La humedad ambiental también puede ser un inconveniente si no es la adecuada. Poca humedad hará que la tierra se seque antes, tengamos que regar más a menudo, y que la planta gaste mucha energía evaporando más agua. Una humedad excesiva en ocasiones es buena para combatir plagas, pero también es excelente para que los hongos y mohos crezcan y se extiendan a sus anchas. Los mohos adoran la humedad. En la planta eligen sobre todo los cogollos bien formados porque almacenan gran cantidad de humedad en su interior, las raíces provocando el conocido mal del vivero, y las hojas.
Estos son problemas comunes que se convierten en habituales en cultivos de principiantes. Al principio y dependiendo del lugar en que plantemos, se puede hacer más o menos complicado evitar estos problemas. Siempre pedir consejo a cultivadores más experimentados, y huid de los consejos populares porque muchos suelen estar equivocados. Estad atentos a vuestros ejemplares, porque cuando los síntomas se hacen visibles, la planta ya ha sufrido cierto estrés y podemos tardar días en recuperarlas. Y varios días significan mucho tiempo en la vida de nuestras plantas.