Marihuana con humor
El otro humor de la marihuana
Repostería Oriental
Allá en la Vieja India, suelo madre de la marihuana, cuando recién asomaba la metafísica en Occidente, un renegado príncipe se echó a andar por el desierto.
Debe recordarse que echarse a andar ya es, en sí, una paradoja, cuestión que emana también de un eco de la marihuana, porque si te echas es difícil que puedas andar, a no ser que trates de arrastrarte, reptar, como una serpiente.
Ser una serpiente es ser “piente”, ser que pinta, to be paint, en inglés, sube el pan, en español, 3% sobre el valor real, en ciencias económicas; ¡No te jode! (otra versión en castellano, en el original) Entonces hay muchas maneras de ser más o menos “pientes” dado que lo que se pinta es el suelo al mejor estilo babosa.
Y, así mismo, llevando apenas por las arenas su cuerpo-pincel, débil, anémico, empachado, el anacoreta, que fuera antes un señor, dejaba ahora su rastro de gusano por el terreno, por el desierto, aunque dicen que esto de cierto no tiene nada.
Claro que no era todo desierto, había ciertas mentirillas por ahí, por lo que en su penoso avance, el futuro maestro, se encontraba también con defalsos interrumpidos por prolongados desiertos que terminaban en nuevos defalsos.
El joven peregrino al que llamaremos Masa Que Se Pone a Leudar, aunque rectaba vilmente, mantenía su dignidad intacta, recordemos que era virgen de cuerpo y alma, porque aun ninguna mujer de la tierra habíale hecho un “tacto” a su dignidad.
Era, sin embargo, todavía un ser opaco, tal vez porque su dignidad lo confundía, pero estaba a punto de trascender por aquellos tiempos de la Vieja India Sáncrita, por los reinos del brahamán y los campos de marihuana que formaban los oasis del “gran mar de arena”.
¿Quién es él? Vale la pregunta, pero todavía nadie lo sabe, esa estrella que brillaría en su frente estaba aun sin toma de luz, posiblemente en cortocircuito, aunque esa oscuridad es, con toda seguridad, consecuencia de la ceguera de la época, me refiero al “oscurantismo” del Medioevo. Y algo tenía que ver este sombreado con los oasis de marihuana que daban vida a los desiertos del profeta.
En uno de estos defalsos había un gran cultivo de esa planta que se usa para sacar fibra, cannabis índica, y que termina en tejidos para hacer vestimenta y otros ropajes, esto es el origen de la palabra Medioevo, medias para Eva, que antes estaba desnuda y luego siguió vistiéndose, como maldición divina y… ¡ahora ya no para de comprase ropa!
Esto sucede allá por el año 500 a d C, la Vieja India pródiga y sus paseos por la experiencia extática nos muestran a Masa amparándose, aquella noche que llegaba más fría que un témpano, entre esos tupidos follajes con olor a frutas de la “cannabis índica”.
Un viejo escrito realizado en una serie de cuatrocientas tablillas de barro sacado de los pies de al menos 16 miembros, qué manera de embarrarse esta gente, de un clan de la India meridional, de las que solo se conserva un fragmento del tercer tomo (del clan una tibia partida), menciona reiteradamente, varias veces, en infinidad de ocasiones, en varias estrofas del texto, lo siguiente:
(Las traducciones son pésimas pero no hay otras, todas se le atribuyen a Masa)
• Dedos de Juan en María
• De Dios, de María y de Juan
• Juan da a María de a dos
• María a Juan de Dios
• ¡Mi Dios, es marihuana!
• La marijuana es mi Dios
Pero la pregunta vuelve ¿Quién es él?
Viene a oscuras y tratando de controlar su diálogo interno, tras haber comido demasiados insectos sus intestinos sonaban como instrumentos antimusicales hasta que finalmente, al oscurecer, llega hasta ese gran plantío de cáñamo.
Vemos que toda ceguera tiene un bastón, unos lentes oscuros, que terminan de imposibilitar la visión; aunque el ciego mejorara repentinamente, igual no podría ver tras esos anteojos hechos para tapar, no para ver a través de ellos.
Pero no es lo único típico del ciego, también puede haber un perro que cuida de él, una especie mamífera de ángel protector que en ocasiones considera propicio morder. Por eso había quien decía que Masa podía llegar a ser irracional.
Lo cierto es que mitad anémico, mitad empachado, otra situación paradójica que sin embargo es totalmente lógica ya que el empacho vino por el hambre prolongada hasta que encontró aquella colmena picante…ni siquiera alcanzó a probar la miel, había tantas abejas y tan sabrosas…
Fue así que llegó Masa, al caer el sol, a las plantas de marihuana que estaban en plena floración.
Tomado de pronto por el espíritu magnífico de la idea, Masa Que Se Pone a Leudar, acertó a comer cogollos maduros y preparó un fuego entre el follaje, al poco tiempo se sintió mejor y luego mejor y… ¡Qué onda impresionante tío! Y ahí nomás, empezó la ascensión, fue en realidad un viaje en el tiempo al mejor estilo Cortázar…Sólo que “Noche boca abajo”, pobre Masa, lo hicieron leudar abruptamente, cuando estaba en pleno ascenso ocurrió algo imprevisto:
Se le desató el cordón de plata y la ascensión se convirtió en un envión hacia el interior de una camioneta de la policía, en medio de una “movida de legalización” y la quema de 200 kg de marihuana en una plaza.
Desconcierto total. Pero eso no quedó así. Seguía habiendo una exagerada administración, involuntaria, del psicoactivo durante el abuso policial porque la humareda entraba dentro del vehículo y los policías se “colgaron con esto último” en perjuicio del iniciado.
Masa, en plena gestación de la experiencia, abrió los ojos por vez primera mientras los anteojos se rompían bajo sus botas. Estaba entre el plantío de cáñamo pero ahora acompañado por un hermosa mujer, sacerdotisa, que asomó entre el follaje con la intención segura de incorporarse al mismo.
Esa experiencia afrodisíaca configuró el arpegio por el cual trepó el sabio a un rango mayor (resabio)
No era el único habían resabios de ayer y otros anteriormente recibidos.
Masa terminó de leudar con ese fortuito contacto con la verdadera María Juana Laborda, mujer de sus sueños, la misma que pagó la fianza y lo sacó del calabozo, personalizada en su abogada defensoras asignada por el Estado alterno.
Ella le atrajo nuevamente a la metafísica de la sensación, obviada en este texto, por una cuestión de doble sentido común:
1) Porque todos dicen que así se debe hacer.
2) Porque todos saben que hay que hacerlo de la forma que todos dicen que no se debe hacer.
Lo cierto es que Masa fue tomando una coloración verdosa, por hacer y rehacer lo que no se debe hacer, y, cocinado ya en esta experiencia mística, tomó la consistencia de budín, que algo de monástico tiene, sin ninguna Buda, digo, sin ninguna duda.
La imagen publicada en este artículo pertenece a la galería de Saul Ruiz
08/26/2010
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