Secar y prepararla marijuana para su consumo es un proceso importantísimo que puede cambiar mucho la calidad del producto. Con un mal secado los cogollos pierden potencia y el sabor queda muy afectado. Una marijuana suave, agradable y de cogollos redonditos y hermosos es una marijuana secada lentamente en condiciones adecuadas.

Secarla adecuadamente es trabajoso y requiere de una cierta constancia. Hay que estar muy atentos durante el proceso, ya que es durante el secado cuando es más fácil que aparezcan hongos. Si no se detectan enseguida se extienden como una plaga y terminan afectando a toda la cosecha. En cambio, si se detecta a tiempo, cuando sólo hay uno o dos cogollos afectados, hay que retirarlos de inmediato para que no contagien el resto. Los hongos normalmente se eliminan con la exposición directa y prolongada a la luz solar. Tendiéndolos al sol deberían desaparecer. Si no desaparecen, es mejor olvidarse de esos cogollos.

Primero se quitan todas las hojas que se puedan quitar. Quizás quedan algunas pequeñas, pero se podrán quitar luego más fácilmente cuando estén secas. Luego se corta el tronco un poco por encima de la base y se lleva al lugar que hayamos adecuado para el secado.

El lugar adecuado para almacenar marihuana

El lugar ideal es un lugar seco, oscuro y con ventilación. Pueden colgarse, como en la imagen.

O pueden ponerse sobre una rejilla, como en esta otra imagen

Ponerlos sobre papeles de periódico es también una opción, aunque menos recomendable.

Cualquier método es correcto, según el que se elija los cogollos tendrán una forma u otra. Colgados se ponen más redonditos y bonitos. Sobre la rejilla más planos. Además sobre una rejilla dan más trabajo porque conviene ir girándolos de vez en cuando para que se sequen de manera uniforme.  Idealmente, si podemos elegir mejor colgarlos.

Deben pasar así, colgados como chorizos, entre una y dos semanas, el tiempo justo para que se sequen en la superficie, pero continúen algo tiernos en el centro. El tiempo que tarden en ponerse así puede variar, así que es cuestión de ir controlándolos. Una vez están crujientes por fuera y esponjosos por dentro tenemos que quitar los cogollos del tronco y trasladarlos.

Cuando tenemos todos los cogollos cortados y ya hemos eliminado las ramas, el tronco y algunas hojas pequeñas que todavía pudieran quedar, los metemos en una caja de madera. Madera y sólo madera. Ni plástico, ni vidrio, ni metal. Aunque hay gente que lo hace en cajas de metal, para mí la madera le da mejor sabor y mejor aspecto. Y aquí es dónde empieza la parte más larga y tediosa del proceso. Tenemos que conseguir que la marijuana se seque lo más lentamente que nuestra paciencia nos permita, para conseguir mejor calidad del producto.

La caja de madera debe permanecer cerrada lejos de la luz del sol todo el tiempo. Pero hay que abrir la caja diariamente para ventilar y así retrasar el secado de los cogollos. Si la abrimos una vez al día es suficiente. Poco a poco se irán secando y poniendo ricos. Si la abrimos dos o más veces al día tardará mucho más, pero ganará sensiblemente en calidad. El tiempo que puedan tardar en estar listos para el consumo es variable. Hay que ir controlándolo. Y controlándolo mucho, porque es en este proceso dónde hay más posibilidades de que les salgan hongos. El lugar tiene que ser el más seco que podamos conseguir, para disminuir las posibilidades de tenerlos.

Que salgan hongos es normal, y se puede arreglar con un diagnóstico temprano y luz solar. Pero si aparecen bichos en algún punto del proceso, es que la cosa ha ido muy mal y no se me ocurre solución ninguna para ello.

Cuando la marijuana está  lista se debe colocar en tarros de vidrio con cierre hermético. Conservada así, lejos del calor, la luz y la humedad, la marijuana puede durar años y mantener toda su calidad.