Para comenzar con los consejos acerca del consumo de cannabis y los cuidados que deben tenerse presentes al momento de hacerlo, puede decirse que es primordial adquirir la certeza de que la hierba se encuentre en buenas condiciones. Retira tantas semillas y troncos como te parezca adecuado. No contienen compuestos medicinales. Separa las hojas más grandes, resérvalas para cocinar y prepara los cogollos de la marihuana como prefieras.

Guarda la hierba en un recipiente con tapa y, si puedes, guárdalo en un lugar fresco y oscuro para alargar su duración. Debes secar las flores hasta que el contenido de humedad ronde entre el 10 y el 25 por ciento. No guardes cannabis húmedo, ya que corre el riesgo de fermentar, enmohecerse o descomponerse. La hierba debe conservarse lo suficientemente seca para, de esta forma, lograr impedir la fermentación y el desarrollo de hongos.

El riesgo sanitario secundario que más se identifica con el cannabis fumado consiste en que las personas cuyo sistema inmunológico no funciona en la forma correcta, se vean expuestas al moho Aspergillus. El cannabis que resulte sospechoso de no estar apto para su consumo, debe ser calentado durante 3 o más minutos en el horno a una temperatura de 105ºC. Como medida de precaución también puede calentarse 1 minuto en el microondas a potencia máxima. De esta forma, si el cannabis contenía alguna bacteria, se acaba con ellas sin que por ello se llegue a afectar a la potencia. No te pases con los tiempos, pues si te llegas a pasar, la hierba se secará demasiado y, en consecuencia, arderá a mayor temperatura.

Aunque el cannabis resinoso no irrita los pulmones corno el fumado, los efectos terapéuticos son prácticamente los mismos. La reacción general puede ser muy distinta y a veces el enfermo se siente más cansado que si lo fuma.