Existen referencias al uso de la marihuana muy antiguos y hay registros que tienen 12.000 años. Con el paso tiempo se ha utilizado en distintos momentos históricos con fines medicinales, incluso sus fibras han sido utilizadas para la fabricación de cuerdas y ropa. Entre 2.000 y 1.400 AC se descubrió su efecto de euforia en la India, y allí fue usado con fines medicinales para estimular el apetito, curar las enfermedades venéreas e inducir al sueño. Por su parte, Los chinos fueron los primeros en producir papel en el siglo I d. C. y aquellos escritos fueron textos budistas de los siglos II y III hechos con cáñamo.

Ya en el siglo XX, el cannabis fue introducido en la medicina occidental, alcanzando recién su punto culminante en su última década. Ya en 1965 el interés científico de cannabis ha aumentado por la identificación de los componentes químicos. En la década del 90 comenzó a identificárselo con efectos terapéuticos, que incluso son apoyados por estudios científicos.

En América, y especialmente en Brasil, el cannabis fue traído por los esclavos, que así parecían estar más conectados con su patria. También se cultivó con fines textiles, en un principio, aunque pronto descubrieron los efectos menos económicos y científicos. En la década de 1930 comenzó una etapa de represión contra el consumo de marihuana en Brasil. Y en 1933 se registraron los primeros arrestos por tráfico ilegal de marihuana. En 1938, el Decreto-Ley no. 891 del Gobierno Federal aclaró que estaba totalmente prohibido la siembra, cultivo, cosecha y explotación por parte de individuos de la marihuana en todo Brasil.

Sin embargo, con los años, las selecciones de las especies de plantas de cannabis han conseguido mayor concentración de THC: en 1960, por ejemplo, el contenido medio de THC fue de 1,5% y ya en 1980 varió de 3 a 3,5%. Para 1990 la media alcanzó el 4,5%.

Hoy, gracias a investigaciones recientes, la marihuana y las sustancias derivadas de ella, son reconocidas como un medicamento en al menos dos situaciones clínicas: para reducir o eliminar las náuseas y los vómitos producidos por medicamentos contra el cáncer y en su efecto beneficioso para algunos casos de epilepsia (enfermedad que se caracteriza por las convulsiones o “ataques”).