El oidio, también conocido como mal blanco, es un tipo de hongo que cada día empieza a afectar más a los cultivos de interior y exterior. No obstante, al ser bastante novedoso, aún no es demasiado conocido por los cultivadores.

Ahora que se aproxima la primavera —si se presenta demasiado húmeda las posibilidades de que nos afecte se incrementan—, es importante que nos informemos sobre su efecto, para poder combatir la plaga de cara al cuidado de nuestra plantación.

Las esporas de los hongos viajan con el viento hasta posarse sobre la cara de las hojas y en los tallos. En este punto, los recubre con una capa grisácea perjudicial. A continuación, germinan e introducen unas raíces en el interior de nuestra planta, absorbiendo las sustancias que nutren a la planta. En algunas ocasiones, los cultivadores lo confunden con resina.

Los ambientes más propensos para que se desarrolle son habitaciones interiores con exceso de humedad. Si este es nuestro caso, podemos combatir nuestra predisposición aplicando al ambiente una baja iluminación y mitigando la humedad del entorno. También es importante que la planta esté esterilizada y que seamos higiénicos.

Respecto a los cultivos exteriores, el mal blanco afecta mayoritariamente a las plantas más débiles, las que se encuentran en la sombra, o aquellas que tienen mucha masa foliar y que están demasiado nitrogenadas.

En caso de que ya nos hayamos visto afectados por esta plaga, deberemos pulverizar las zonas afectadas con fungicida. El jabón potásico puede ser, por ejemplo, bastante recomendable para esta situación. Después, las plantas deberán seguir siendo pulverizadas durante una semana para evitar la colonización de la espora que propaga el hongo.

Si lo que queremos es usar un fungicida preventivo, podemos optar por el Azufre o Dinocap: el primero, además de prevenir, sirve como nutriente, pero aplicado cuando la temperatura ambiente es elevada puede provocar quemaduras.

De todas formas, la opción del fungicida sólo nos sirve si la plaga está en una fase inicial (los dos primeros días). Después de esto, los hongos contaminados no deberán consumirse.