Haile Selassie es una persona sobre la que podrían escribirse por lo menos dos biografías. Una es la historia del emperador que gobernó con polémica durante 44 años a Etiopía. Una segunda versión es que se trata de un Dios para una gran cantidad de fans del reggae y de la marihuana.

Selassie se convirtió en emperador de Etiopía. Nació en 1892 en el noreste del país. Sus padres lo llamaron Tafari Makonnen. Su padre era primo del rey Menelik II. Fue educado por los misioneros franceses y se convirtió en favorito del rey. En 1916, en complicidad con la hermana del rey, la emperatriz Zauditu, se nombró a sí mismo y 14 años más tarde se convirtió en emperador.

Allí cambió el nombre, por Haile Selassie I, comenzando una lucha histórica por la emancipación de los países africanos.  Entre los logros de Selassie se encuentra la heroica resistencia de su pueblo enfrentando a las tropas de Mussolini en épocas de la Segunda Guerra Mundial. Su plan de “modernización” no alcanzó para mitigar la miseria de Etiopía.  Fue un gran viajero alrededor del mundo – en su estadía en Brasil, en 1960, cenó con el presidente Juscelino Kubitschek y obligó a que sus vasallos le besaran la mano. A los 84 años, depuesto, encarcelado y debilitado, murió misteriosamente (dicen que fue asfixiado con una almohada).

El “otro” Selassie podría resumirse en las aspiraciones que comenzaron a finales del siglo 19, con los negros de Jamaica que añoraban sus raíces africanas. En 1927, el joven activista Marcus Garvey dijo que un rey negro sería coronado en Ã�frica, y desde ese día la redención estaría mucho más cerca. Así fue como Selassie se convirtió en emperador, Rey de Reyes, León de la Tribu de Judá y una especie de Dios para los jamaicanos. O Jah, como lo llamaron.

En 1966, dos biografías se han cruzado. El emperador estaba en una visita oficial a Jamaica. El gobierno declaró un día de fiesta. Miles de personas, muchas de ellas con largas trenzas, provenientes de todas partes del país, tomaron el aeropuerto y la carretera. Entonaban canciones con el sonido de tambores tribales. Había mucha euforia rastafari. Selassie, que nunca creyó la historia de ser Dios, desde la puerta del avión, al observar el desorden, se negó a desembarcar. Un viejo sabio finalmente lo  convenció de que todo estaba bien. Llegaba a “Tierra Prometida”.