[1] THC [2] es la nomenclatura de Tetrahidrocanabinol o Tetrahydrocannabinol, que es el compuesto psicoactivo que se extrae de la resina de Cannabis Sativa. Técnicamente, el isómero delta-9-tetrahidrocanabinol (THC) está considerado la forma más activa, produciendo cambios característicos del humor y la percepción [3] que se asocian a este compuesto. El THC se metaboliza en el hígado generando un metabolito. Conviene recordar que el THC es muy soluble (soluble en lípidos, en grasa, no agua) y se almacena en el tejido adiposo. Estas características de THC son las que permiten una prolongación de su efecto en el cuerpo [4].
Al fumarse marihuana [5] el pico de acción se registra después de 30 minutos, concentrándose en el cerebro. Pasado entre 45 a 60 minutos del consumo sus efectos se atenúan. Como la distribución de THC por el tejido adiposo se realiza lentamente, y el cuerpo apenas absorbe entre el 3 y 5 % de THC, los test más habituales para su detención no rastrean el consumo 20 días después de haber fumado marihuana.
Más aún, la potencia o no de la marihuana que se fuma, se mide de acuerdo a la cantidad promedio de THC que se encuentra en las muestras, aquellas habituales que realizan agencias de seguridad o exámenes médicos más específicos. La marihuana más común contiene un promedio de 3,5 % de THC. El hachís, en cambio, la resina gomosa de las flores de las plantas hembras, puede contener hasta 28 % de THC. El aceite de hachís, un líquido resinoso y espeso, alcanza un promedio de 16 % de THC, pero puede llegar a tener hasta 43 % según el modo de destilación.
No es novedad que el THC de la marihuana afecta a las células del cerebro, especialmente a las encargadas de la memoria. Esto provoca que la persona presente mayores dificultades para recordar eventos muy recientes (lo que sucedió hace algunos minutos, por ejemplo). También se sabe que el aprendizaje es más dificultoso bajo la influencia de los efectos de la marihuana. Y en cuanto a la dependencia sólo se la considera, primordialmente, psíquica.