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Tolerancia y adicción a la marihuana

tolerancia y adicción a la marihuana [1]Los grandes consumidores tienden a desarrollar tolerancia, o sensibilidad decreciente, a los efectos de la marihuana, más precisamente del tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente activo de la marihuana [2].

Las sensaciones agradables, como la euforia, tienden a disminuir con el consumo regular y abundante. Por otro lado, se puede decir lo mismo de los efectos indeseables, como la evasión del pulso (taquicardia).

Con menor frecuencia, los pacientes pueden desarrollar una tolerancia a los beneficios médicos de la marihuana. Este problema se remedia a veces, tomando otra variedad de hierba o cambiando el método de ingestión durante una temporada.

Adicción a la marihuana

La marihuana no produce adicción física. Los fumadores de marihuana pueden consumirla diariamente durante muchos años y abandonarla sin dificultad. Cuando se le pregunta a un antiguo fumador de marihuana cómo la dejó, una respuesta típica es que sencillamente no la ha vuelto a probar.

Cuando los expertos comparan la marihuana con el alcohol, la nicotina, la cocaína, los opiáceos, la cafeína y otras drogas psicoactivas, la colocan al final, o casi, de la lista en términos de potencial de dependencia, reforzamiento y abstinencia.

Sin embargo, como cualquier placer humano, el consumo de marihuana puede llegar a un hábito muy fuerte para cierta minoría. Alrededor del 10% de los consumidores lúdicos tienen problemas para controlar su uso. En su mayoría, son personas que no sólo tienen problemas con el consumo de marihuana [3], sino también con otras drogas. Algunos programas de tratamiento contra las drogas actúan sobre consumidores compulsivos de marihuana, pero estos usuarios respetan una mínima proporción entre los inscriptos a dichos programas.

Una minoría de consumidores lúdicos habituales, con muchos años de consumo de marihuana a elevadas dosis, pueden sufrir un pequeño síndrome de abstinencia cuando la abandonan. Este incluye ansiedad moderada, depresión, pesadillas, dificultades para dormir, sueños muy vívidos, irritabilidad, temblores, sudores, náuseas, convulsiones musculares y desasosiego. Estos síntomas, aunque moderados, pueden durar unos pocos días, pero sólo son notables en consumidores muy empedernidos [4], e incluso entonces no presenta ningún obstáculo para el abandono del hábito.