[1]Al realizarse el secado, las plantas de marihuana generalmente suelen colocarse colgadas y al revés, también se pueden depositar en una bandeja o mallas para el secado [2]. Se cree que los racimos florales al colgarse de esta forma, provoca que las resinas se deslicen por la fuerza de gravedad a las extremidades. Pero después de la cosecha [3] de una planta poca o ninguna resina se puede transportar mediante el sistema vascular. Si invertimos la planta de cannabis [4] para el secado, las hojas colgarán muy próximas a los racimos florales, de este modo las resinas o cannabinoides quedarán protegidos de una manipulación exterior. Las resinas son tremendamente frágiles. Cuanto menos se toquen los racimos, mejor van a lucir, así como también tendrán mejor sabor y aroma al fumar después de secar la marihuana. Generalmente los racimos florales incluyendo también, tallos y hojas, se secan hasta llegar a 25% de su peso fresco, o sea que debería perder un 75% de su peso en agua. Si está adecuadamente seco para poder almacenarse, los tallos del racimo se romperán fácilmente.
El secado del cannabis debe realizarse con lentitud y sin luz en un ambiente seco y fresco, la temperatura adecuada es de 18º a 22 º c. Usar como envoltorio papel periódico también facilita el secado ya que absorbe la humedad y no le da un sabor extraño .Una vez secado procederemos a almacenar. En esta fase intentamos detener el proceso de descarboxilación y el de oxidación, tratando de mantener un buen aroma y sabor. Algunos métodos usados para almacenar marihuana [5] son el de congelar, o meterlo en frascos con la menor cantidad de aire posible, al vacío, sustituyendo de esta forma este por un gas como el nitrógeno por ejemplo, que paraliza la oxidación del THC en CBN. Podemos también colocar un trozo de algún absorbente natural tal como el algodón o el papel de celulosa.